Jorge Cancino, nació en Viña del Mar, Chile. Su vocación de “hacedor de ilusiones” lo impulsa a incursionar en distintos períodos o simultáneamente, en el mundo de la arquitectura, de la música, la radio, el cine y la poesía, aunando al trabajo de creación artística al de la difusión cultural. Lo encontramos así en distintos momentos, dirigiendo el Club de Jazz de Valparaíso y Viña del Mar, participando de la creación del Cine Club de Viña del Mar –institución- llamada a marcar un hito en el desarrollo de la Cinematografía de Chile y de América Latina. Como productor de Cine en Chile Films, entre 1970 y 1973, y como profesor en la Cátedra de Cine de la Universidad Nacional de San Luis en Argentina.
A partir de 1977 continúa su trabajo creativo en Canadá donde escribe guiónes de cine, cuento y poesía, concibe proyectos y pinta con renovado entusiasmo. Muchos de sus amigos y ex alumnos “hacedores de ilusiones” han recibido su estímulo y su apoyo en el difícil camino de la expresión artística.
Es cierto que el camíno de la expresión artística es difícil; nunca ha sido fácil. Partiendo de la base que la percepción de las artes es un fenómeno subjetivo (siempre el creador contra la corriente), me hago una “ecografía memorial”. Desde muy niño viví rodeado en mi cuidad natal, de gente de radio, de teatristas, de cinéfilos, de pintores, de artesanos talabarteros, de costureros y costureras (que vestían a los “principales”), de “fabricantes de ilusiones”, de un farmacéutico alemán que curaba todo… Cerca de mi casa había una estación de radio (Radio Metro) donde podía ver en vivo un episodio de radio-teatro. Al lado de la emisora, estaba el atelier-vitrina de Camilo Mori un pintor italiano, haciéndole un retrato a una niña joven , boceteando un próximo cuadro. También había un tablao español y se daban clases de danza flamenco. Las profesoras eran hijas de españoles, pero eran más hijas de la Madre Patria que sus padres.
En el Teatro Rialto se pasaban filmes de Chaplin antes de la película principal (argentina, mejicana o americana). En casa había una vitrola RCA y discos del Quinteto del Hot Jazz de Francia dirigido por Django Reinhardt, Louis Armstrong, tangos de Gardel y tantos famosos de la época.
Mis primeros profesores de Castellano y Literatura me introdujeron en el Atlas de la literatura nacional, latinoamericana y universal, fueron una marca indeleble, tatuaje que me llevó al camino de la poesía y de las letras. Mi vecindad con un afamado arquitecto de la ciudad, me hizo descubrir a Le Corbusier el gran teórico de la arquitectura. Arquitecto, diseñador y pintor. Su influencia brutal me llevó a “incursionar” por esa tan fascinante disciplina y por ende a la historia del arte en todas sus formas.
Con todo este bagaje de experiencias que vienen desde la infancia sumadas a las vividas en distintos momentos de mi existencia adulta, festivalera y terrestre, sin tiempo uniforme, he llegado a construir y no sin esfuerzo; una obra poética y pictórica que pueden apreciar en esta página.
SUEÑOS PINTADOS